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Crisis social en Chile, renacer de consciencia

  • Foto del escritor: estadoconsciente
    estadoconsciente
  • 1 nov 2019
  • 3 Min. de lectura

Durante las últimas semanas nuestro país se ha visto envuelto en una serie de manifestaciones, algunas violentas y muchas pacíficas, que a todos nos han remecido.

Pasamos por días de angustia, de miedo, de rabia, pero también de esperanza de generar cambios en nuestra sociedad.


Para Estado Consciente han sido días muy complejos, ya que nos encontramos en la “zona cero”, a pocos pasos de Plaza Italia, que ha sido ícono de las manifestaciones registradas en Santiago. Por momentos nuestro entorno fue un campo de batalla, y eso nos impidió funcionar por varios días, por el riesgo que significaba para nuestros pacientes, alumnos y terapeutas. Además el bullicio y los gases lacrimógenos no nos ayudaban mucho a cumplir nuestro objetivo con quienes nos visitan… que logren relajarse y desconectarse de la vida diaria.


Chile es un pueblo golpeado. Nuestra historia está llena de sucesos que nos han generado una serie de pequeños y grandes traumas. La naturaleza cada cierto tiempo nos trae algún mensaje, ya sea a través de terremotos (algunos de los más grandes registrados en el mundo), tsunamis, inundaciones, sequías.


Por otro lado, nuestra historia política también ha sido dura. La dictadura es algo que aún nos duele muchísimo como pueblo. El sentimiento de falta de justicia frente a hechos terribles que sufrieron muchos de nuestros compatriotas nos llena de dolor.

Por esto los hechos recientes a muchos nos removió sentimientos de angustia y terror de volver a vivir algo similar.


La desigualdad que se ve en nuestro país es enorme. Esto lo sabemos todos (y quienes no lo sabían, quizás ahora ya se hayan enterado). Los temas que generaron esta movilización social son variados, el costo de la vida, los bajos sueldos, los problemas en el acceso a la salud, las bajísimas pensiones que reciben nuestros adultos mayores, los problemas en nuestro sistema educativo. Fue como una verdadera olla a presión.


Sin embargo, después de una gran sacudida, pueden venir grandes cambios. Y para que los cambios puedan ser reales, es necesario mirarnos y reconocernos. Ser capaces de ver que quizás nuestro vecino vive en una pobreza muchas veces encubierta, que muchos han vivido con un sentimiento de rabia e injusticia incrustados en el alma por años, que las pequeñas empresas deben vivir al día y cualquier traspié pone en jaque el esfuerzo de años, y que otros, por qué no decirlo, sólo necesitaban liberarse. Luego de esto, tomémonos un momento para respirar. Cuando estamos enojados o asustados nuestra mente se nubla y no es capaz de analizar con claridad.


Desde un punto de vista energético, tenemos una gran oportunidad para avanzar, de revisarnos cada uno a nosotros mismos, y preguntarnos cómo estoy yo aportando, o dejando de aportar, a crear una sociedad más justa. Y, por ejemplo, así como peleamos contra los políticos o grandes empresarios que se coluden o usan resquicios legales para tener beneficios, no hagamos lo mismo a menor escala en nuestro círculo de influencia. Cuando te saltas la fila en el banco o en el supermercado, cuando te dan vuelto de más y te quedas callado, cuando utilizas la prepotencia en cualquier forma, cuando atacas a otro sólo por pensar distinto a tí, también estás cayendo en las conductas que han vuelto a ésta en una sociedad tan enferma y desigual. No te olvides que la sociedad no la construyen los políticos, sino que cada uno de nosotros.


Que todo lo vivido sea el inicio de una nueva realidad, más justa, más sana y donde todos tengamos el mismo espacio para desarrollarnos, ser felices, y realmente vivir en paz.


 
 
 

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