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Aprender a aceptar y a fluir con nuestras circunstancias

  • Foto del escritor: estadoconsciente
    estadoconsciente
  • 1 sept 2019
  • 2 Min. de lectura

“Aceptar la realidad rompe el hechizo del sufrimiento y libera la energía de la acción, la cual genera una nueva realidad”


Probablemente más de una vez has sentido en tu vida injusticias, que nada es como quisieras que fuera, que pese al esfuerzo que pongas todo pareciera estar en tu contra. No te preocupes, todos nos sentimos así a veces. Y es normal, somos humanos.


Lo interesante es aprender a distinguir estas sensaciones un tanto derrotistas, y donde nos resulta más fácil ponernos en un cierto papel de víctima, que tomar acciones y mirar cuál puede ser nuestra propia responsabilidad en lo que nos pasa. Esto último es muy importante, ya que al colocarnos en una posición de “títere de las circunstancias”, nos estamos privando de nuestra propia capacidad y poder para cambiar las cosas.


Ahora bien, cuando experimentamos circunstancias difíciles, siempre tenemos más de una opción para enfrentarlas. Una puede ser sentarnos a llorar, lamentarnos y llenarnos de tristeza. Otra opción es tomar una actitud de batalla, oponerte fuertemente a lo que sucede, y llenarte de rabia. Pero ninguna de estas opciones nos garantiza nada positivo, sobre todo cuando hablamos de nuestro bienestar emocional. Sin embargo, si aprendemos a aceptar lo que está sucediendo, nos será más fácil y sano encontrar alternativas de solución. Porque adoptando una posición en la cual fluimos con nuestro problema, podemos adaptarnos de mejor manera, y buscar de manera más inteligente y eficiente las respuestas que necesitamos.


Muchas veces la diferencia está dada por nuestra capacidad para no oponer resistencia, y aceptar las cosas tal como vienen. No confundir aceptación con resignación. En la resignación no buscamos soluciones; las cosas son como son y creemos que hagamos lo que hagamos, nada va a cambiar. Desde la vereda de la aceptación somos capaces de tomar conciencia de la situación, para desde allí buscar nuevos caminos.


Es importante no caer en la tentación de externalizar todas las culpas. Toma la responsabilidad de cambiar tus circunstancias. ¿Tu trabajo no te gusta? Ponte en campaña por conseguir uno nuevo. O bien, intenta crear algo que realmente te haga feliz, sin la necesidad de dejar tu empleo actual, y comienza a ver a este último como el medio económico para alcanzar tus reales objetivos. Muchas veces cambiando la perspectiva desde la que miramos las cosas, podemos construir nuestra nueva realidad. ¿Tu situación amorosa no es la que deseas? Piensa bien en qué puedes estar fallando tu mismo. Quizás estás permitiendo cosas que no mereces, o no te estás dando permiso para disfrutar lo que realmente quieres para ti. Quizás es tu miedo el que te aleja de lo que necesitas para ser feliz.


No obstante, hay cosas que no podemos cambiar por nosotros mismos. Y ante esas situaciones, no vale la pena desgastarnos y sufrir inútilmente. Debemos aprender a diferenciar aquello que simplemente no podemos controlar. Y soltarlo siempre será lo más sano.


Dedícate a disfrutar la vida como venga, con sus altibajos, con sus cosas buenas y sus cosas malas.


¡Recuerda que en cada situación hay algo que aprender y rescatar!


 
 
 

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